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Frédéric Chopin: Entre notas y sombras

Frédéric François Chopin creó 27 estudios de piano, 25 preludios, 21 nocturnos, 52 mazurcas, 19 polonesas, cuatro rondós, cuatro scherzos, cuatro baladas, cuatro impromptus, dos conciertos, tres sonatas y una barcarola, entre otros. Su virtuosismo en el piano logró que este instrumento fuera considerado en Europa el más popular del siglo XIX, paralelamente, fue contemporáneo de Félix Mendelssohn, Robert Schumann y Franz Liszt.

Nació en Żelazowa Wola, localidad que pertenecía al Gran Ducado de Varsovia, actualmente Polonia, el 1 de marzo de 1810. Su padre, Nicolas Chopin, fue un profesor francés que emigró a Polonia, en tanto, su madre Tekla Justyna Krzyżanowska, pertenecía a la nobleza de ese país y creció en un entorno que valoraba las actividades culturales, con especial énfasis en la música, por la que sintió inclinación desde pequeño, gracias a su hermana Ludwika, quien le enseñó a tocar el piano.

“A los ocho años, interpretó con gran éxito el Concierto para piano Nº 20 en re menor de Mozart en el Liceo de Varsovia”, sostiene Música Clásica. Más tarde tomó clases con maestros locales, pero fue su encuentro con el famoso pianista checo Vojtech Szymanowski, un punto de inflexión en su educación musical. En 1811, la familia se trasladó a Varsovia y a los 16 años ingresó al Conservatorio de Música de esa ciudad, donde estudió composición con Józef Elsner. Esta formación y su indudable talento fueron los cimientos de su carrera, tanto en interpretación como en composición. 

En 1829 el destacado violinista italiano Niccolò Paganini, se deslumbró con su trabajo en una función realizada en Varsovia. Ese año inició su carrera profesional con una serie de conciertos en Viena, Austria y, un año más tarde, tras el levantamiento de Polonia contra la ocupación rusa, se autoexilió en Francia donde se dio a conocer como un compositor virtuoso del piano.

El autor estuvo comprometido con la joven María Wodzińska, pero este se anuló producto de  su delicado estado de salud. En octubre de 1836 conoció al gran amor de su vida: “Aurore Lucile Dupin de Dudevant, una baronesa divorciada que se dedicaba a la literatura con el pseudónimo masculino de George Sand”, sostiene National Gerographyc, quien los acompañó hasta 1847. 

“Algunas de las obras más famosas de Chopin incluyen el: Concierto para piano Nro. 1 en mi menor; la Balada Nro. 1 en sol menor; el Preludio en mi menor y el Nocturno en mi bemol mayor”, explica Música Clásica BA. En tanto, el folclor de su tierra natal marcó profundamente su producción lo que es notorio en sus mazurcas y polonesas. A partir de 1830 incursionó en obras más libres y simples como preludios, impromptus, fantasías y danzas.

“En las polonesas, cantos heroicos y guerreros que ensalzan la nobleza y el orgullo polaco, retrata Chopin una Polonia grande, erguida y fuerte. En las mazurcas, más delicadas y sensibles, refleja momentos líricos de otra Polonia, más sentida que vivida. Estas pequeñas obras son la sublimación, la destilación, la síntesis artística de las danzas populares de su Polonia querida”, añade Melómano Digital. 

A lo largo de su carrera se presentó en los más importantes escenario de Europa; aunque, “Chopin eligió el oficio de pedagogo como medio de vida por razones de necesidad: sus composiciones le significaban sumas ínfimas y ofrecía muy pocos conciertos y a menudo en beneficio de alguna obra de caridad”, agrega Ateneo de Córdoba.

La vida de Chopin estuvo marcada por una serie de problemas de salud: tuberculosis, enfermedades respiratorias crónicas y problemas gastrointestinales, junto a un carácter melancólico. Falleció el 17 de octubre de 1849, a los 39 años, en su departamento próximo a la Place Vendôme de París. “Dejó un legado musical duradero y su influencia se reconoce en la música de muchos compositores posteriores”, subraya Busca Biografía. En tanto, sus restos descansan el Cementerio Pere Lachaise de París.