Acario Cotapos Baeza (1960)

Las primeras tentativas de Acario Cotapos en la creación
artística no fueron musicales sino literarias, en el campo teatral. En tanto,
es un compositor de formación autodidacta cuya creatividad y espíritu
experimental le valieron ser considerado como uno de los precursores de la
vanguardia musical chilena, posee un legado de más de 40 piezas.
Se insertó además, en el cenáculo artístico-literario de la época, haciendo gala de un sorprendente histrionismo y entablando relación con personajes como Federico García Lorca y Ramón del Valle-Inclán, con lo que nutrió su espíritu. Su forma de creación negó todas las escuelas estilísticas y reconoció solo el trabajo del individuo, como puede apreciarse en Soledad del hombre (1930) y, especialmente, en el Cuarteto de cuerdas Dionisyos (c. 1925). Trabó amistad con personajes del mundo musical, entre los que se contaban Alfonso Leng, Alberto Garcia Guerrero y Carlos Lavín. Del primero, recibió consejos técnicos para acrecentar sus rudimentos composicionales y, de los otros, un aventón hacia el conocimiento de la música de vanguardia de la época. Se incorporó al grupo de Los Diez, donde conoció a importantes personalidades del medio musical, entonces inspiradas por la senda wagneriana-impresionista.
En 1916 viajó a Estados Unidos y en 1923 el pianista chileno Juan Reyes interpretó en Filadelfia su Sonata Fantasía para piano. Esta obra fue grabada por el sello "Camden" con el mismo intérprete. En Francia estrenó su primera obra sinfónica, los Cuatro Preludios, bajo la dirección de Marius Francois Gaillard. La personalidad del músico chileno fue acogida con entusiasmo entre los sectores más avanzados del movimiento musical internacional. Viajero incansable y hombre cosmopolita, residió en Argentina entre 1891 y 1902 y entre 1945 y 1947; en Nueva York (1916-1925), Paris (1925-1934) y en Madrid (1934-1938), volviendo siempre a su país natal, donde recibió el decimoséptimo Premio Nacional de artes Mención Música en 1960.