Carlos Droguett Alfaro (1970)

Muy joven comenzó a escribir y paralelamente a trabajar como redactor en algunos diarios capitalinos como La Hora, Vistazo y Extra. Desde su concepción un escritor “necesariamente debe instalarse en la sociedad como la “conciencia crítica” de su tiempo, asumir un compromiso ético irrevocable, muy en la línea de la irrestricta obligación ideológica que tuvo un número nada despreciable de intelectuales alineados con la Revolución Cubana, implicando un adoctrinamiento que, finalmente, provocó nefastas consecuencias para la libertad de expresión en América Latina”, explica Pía Gutiérrez en “Reescritura del cuerpo amado: una aproximación a la escritura dramática de Carlos Droguett”. Maximino Fernández agrega que “la narración encendida en cólera de Droguette, sería testimonio de una faceta trágica de la realidad nacional” (416). En ella sobresalen la violencia, el dolor y la muerte.
En 1953 publicó Sesenta muertos en la escalera. Otros éxitos son Eloy (1957), su obra más destacada y aclamada, traducida y publicada internacionalmente, narra: “las últimas horas de un bandido criollo acorralado, enlazando con mucha habilidad el dramatismo externo de la acción y la densidad interna del monólogo”, sostiene Ignacio Valente, en Tajamar-editores.cl. En 1961 sobresale 100 gotas de sangre y 200 de sudor y una década más tarde El cementerio de los elefantes y posteriormente Patas de perro (1965).
El autor colmó sus obras con realidades sociales, en oportunidades catalogado de cruel y revolucionario: “nos introduce en la ficción por la estructura del diálogo que es una construcción que ya está presente en los relatos originales” (Gutiérrez 131). En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura. En 2001 Lom Ediciones publicó dos trabajos inéditos: La señorita Lara y Matar a los viejos.