María Teresa Adriasola Olave firma sus poemas como Elvira Hernández. Comenzó a escribir en su etapa escolar, la que cursó en Chillán y continuó durante su juventud, mientras estudiaba Filosofía en el Instituto Pedagógico. En 1975 ingresó a Literatura en la Universidad de Chile. “Es junto a Juan Luis Martínez y Enrique Lihn una de las voces más destacables y reconocidas de aquella poesía chilena de los 70 y los 80 que se caracterizó por su ambición exploratoria”, explica Eterna Cadencia.  Además, está considerada una de las voces femeninas más singulares de la poesía contemporánea latinoamericana. 

 “Desde temprana edad emprendió una “práctica poética” que ha alcanzado una significativa difusión nacional y continental, consolidándola como una de las voces más singulares de la poesía contemporánea chilena y latinoamericana”, añade Fundación Neruda.

Algunos de los temas recurrentes en su poética han sido el viaje, la ciudad y el desarraigo. Ha publicado diecisiete libros de poesía, entre estos destacan: ¡Arre! Halley ¡Arre! (1986), Meditaciones físicas por un hombre que se fue (1987), Carta de viaje (1989), La bandera de Chile (1991), traducida y publicada en España, Estados Unidos, Francia e Italia. Otras obras son El orden de los días (1991), Santiago Waria (1992), Álbum de Valparaíso (2003), Cuaderno de deportes (2010) y Pájaros desde mi ventana (2018).

“Junto a la poeta Soledad Fariña [escritora antofagastina] escribió el trabajo Merodeos en torno a la obra poética de Juan Luis Martínez, recopilación de artículos críticos y ensayos sobre la obra del autor de La nueva novela, puntualiza el portal de la Sociedad Chilena de Escritores.

En 2018 ganó el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y en 2024 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, transformándose en la segunda poetisa, luego de Gabriela Mistral.