José Maximiliano Jara Troncoso (1956)

“Max Jara forma
parte de la Generación del 900, que se caracterizó -fundamentalmente- por tratar motivos vernaculares como
base de la poesía, sin imitar desmedidamente a escritores extranjeros. Esta
generación se siente atraída, de alguna manera, por el campo y la naturaleza”,
así lo define Ilse Sasso en un homenaje publicado por El Heraldo. A muy temprana edad, manifestó interés por la
literatura, en 1899 publicó sus primeros versos en el diario El Deber. Finalizó sus humanidades en
Santiago e ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, carrera
que abandonó para dedicarse a la literatura.
Desde ese momento trabajó
en diversos lugares, desarrollando múltiples funciones, sobresale la de
redactor en los diarios El Mercurio y El Ilustrado, profesor e inspector
general en la Escuela de Ingeniería y subjefe en la Facultad de Ingeniería de
la Universidad de Chile.
Su primer libro fue Juventud: poesía romántica (1909), influenciado por el primo
hermano de su padre, el escritor Pedro Antonio González de tendencia
romancista, sin embargo, Jara se aleja de ésta. Su poesía de corte
intimista, de verso puro y limpio desarrolla temáticas sencillas, la mujer, la
infancia, los objetos olvidados.
Su segundo libro ¿Poesías…? (1914) resalta el romance
vulgar y la juerga medieval española. Para finalizar sus creaciones, publicó Asonantes… tonos menores (1922), libro
donde plasmó con gran belleza lo que el título quería expresar. Vivía alejado de la
elite cultural y de los círculos literarios. Alone lo define como “el poeta
indiferente a la nombradía transitoria, que no practicaba la gimnasia
acrobática, no aspiró al ingenio, ni fábrica de enigmas, que sólo dijo algunas
cosas esenciales”.
Pese a lo acotada de
su carrera, fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura en 1956.