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El Greco: Un genio de la historia del arte

Doménikos Theotokópoulos, El Greco (el griego), es la primera figura de proyección universal de la pintura española. Nació el 1 de octubre de 1541 en Candía, actual Heraclión, en la isla de Creta entonces República de Venecia. Su padre, Geórgios Theotokópoulos, era comerciante y recaudador de impuestos.  Su vida se subdivide en   tres grandes áreas. La primera Creta: “Donde vivió hasta los 26 años. Aquí fue un apreciado maestro de iconos en el estilo posbizantino que entonces estaba vigente en la isla”. Luego, se preparó en Italia, en tanto, su  genialidad la desarrolló en Toledo, España. “Nunca rechazó sus orígenes y firmaba sus obras con su nombre completo en griego”, explica Panorama Griego.

Época italiana
En 1567 llegó a Venecia donde fue discípulo de Tiziano y de Tintoretto, coloristas por excelencia e íconos de la Escuela Veneciana. Aquí aprendió el uso de tonos cálidos y la importancia de la luz. Él siempre se consideró parte de esta corriente, cuya concepción estética privilegiaba el cromatismo por sobre la línea, como determinante en la representación de las formas y el espacio. En 1572  abrió su propio taller y contrató como ayudantes a los pintores Lattanzio Bonastride Lucignano y Francisco Preboste, este último  lo acompañó toda su vida.

En 1570 se trasladó a Roma donde estudió la obra y estilo de Miguel Ángel. “Tras un viaje de estudios por Italia (Padua, Vicenza, Verona, Parma, Florencia), se instaló en Roma, donde permaneció hasta 1577, en contacto con el círculo intelectual del cardenal Alejandro Farnesio”, explica el Museo El Prado. Entonces, Miguel Ángel y Rafael habían fallecido, pero su influencia artística se hacía sentir a través del manierismo. “Esto quiere decir que, gracias al uso de una pincelada suelta, los cuerpos aparecen extremadamente alargados, rompiendo el canon clásico renacentista de la proporción y mostrando figuras de artificio, antinaturales, deformadas, pero extraordinariamente bellas y espirituales”, sostiene Señal de Memoria.  Bernabé Caballero en Algunos aspectos de la figura humana en la pintura de El Greco, estima que “las figuras-modelo aparecen en la etapa italiana, y esta característica se acentuará en la etapa española en numerosos temas”.

“La pintura del periodo italiano del Greco se mueve en torno a una serie de temáticas: [entre estas] Historia Sagrada donde tiene como protagonista al Cristo hombre, víctima de las pasiones humanas” añade Arte España. Luego de trabajar unos años como retratista en Italia, donde no consiguió el éxito esperado, viajó a España.

Toledo, etapa majestuosa
Arte España sostiene que entonces El Greco: “Se relaciona mucho con Diego de Covarrubias, quien le comunica que Felipe II está buscando pintores y artistas para la decoración del Monasterio de El Escorial”, que ya estaba terminado. En 1577 se estableció en Toledo, donde vivió y trabajó el resto de su vida. Fue aquí donde produjo las obras de mayor madurez y conoció a Luis de Castilla, hijo de Diego de Castilla, deán de la Catedral de Toledo, amistad que el permitió realizar encargos importantes. 

Un año después de establecerse nace su hijo Jorge Manuel, fruto de su unión con Jerónima de las Cuevas. “Tras combinar influencias de diversos tipos –bizantinas, renacentistas y manieristas-, acabó por desarrollar un estilo único que aún hoy refleja el fervor religioso de la Contrarreforma en España”, sintetiza National Gallery of Art.

Algunas obras destacadas del Greco son: El caballero de la mano en el pecho (1518) y  La Trinidad (1580) se exhiben en el Museo de El Prado. El Expolio (1579)  está ubicado en la Catedral de Toledo. El entierro del Conde Orgaz (1587) que ornamenta la Iglesia de Santo Tome de Toledo. San Andrés y San Francisco (1598) y El bautismo de Cristo (1600) que también conforman la colección de El Prado. Laocoonte (1609) y Visión del Apocalipsis (1614) son otras grandes pinturas. Panorama Griego agrega que “su obra visionaria es continuamente redescubierta y revalorizada como paradigma de genialidad, originalidad e innovación”.

Falleció el 7 de abril de 1624 a los 72  años. Sus restos descansan en el Convento de Santo Domingo el Antiguo. Su hijo, siguió sus pasos, pero más tarde se centró en la arquitectura. En 1625 se convirtió en el Maestro de Obras, escultor y arquitecto de la Catedral de Toledo.