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Fiódor Dostoyevski: un referente de la literatura universal

El portal uruguayo Océano recuerda al autor ruso Aleksey Remizov, quien en 1927 afirmó que “Dostoievsky es Rusia, Rusia no existe sin Dostoievsky”. Una cita colmada de realidad pues al pasear por la avenida Nevski o la ribera del río Neva, los pasajes de sus novelas llegan de inmediato a la memoria de los turistas que viajaron a San Petesburgo, inspirado por textos como Las noches blancas (1848). 

Fiódor Mijailovich Dostoyevski nació en Moscú, el 11 de noviembre de 1821, es decir durante este mes (noviembre) se conmemora el bicentenario de su natalicio. Fue el segundo de siete hijos del matrimonio de Mijaíl Dostoyevski, un médico de carácter déspota y severo que sirvió en el ejército que enfrentó a Napoleón (1812) y María Fiódorovna. La temprana muerte de su madre sumió a su padre en una profunda depresión, por esta razón fue enviado junto a su hermano Mijail a la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo, donde comenzó a interesarse por la literatura, a través de las obras de Shakespeare, Pascal y Víctor Hugo, además, era un gran admirador de Aleksandr Pushkin y Nikolái Gogol.  En 1843 terminó sus estudios de Ingeniería y, luego de adquirir el grado militar de subteniente, se incorporó a la Dirección General de Ingenieros en San Petersburgo. 

Dos años más tarde se retiró del Ejército con la idea de dedicarse exclusivamente a la literatura. En 1846 publicó su novela epistolar Pobres gentes, la cual fue bien recibida por la crítica, transformándose en una celebridad literaria. En paralelo, adquirió algunas deudas, ya que en oportunidades no cumplía con los plazos editoriales lo que implicaba el pago de multas a lo que se suman otros compromisos contraídos por juego, debilidad que con el tiempo se plasmó en El jugador (1866). 

Sus siguientes novelas, El Doble  (1846) y  Las noches blancas, no tuvieron el éxito de la primera y recibieron críticas negativas, sumiéndolo en un estado depresivo. Paralelamente, formó parte del Círculo Petrashevski, integrado por intelectuales nihilistas, que buscaban la libertad del hombre. La mayoría de ellos se oponían a la autocracia zarista y al sistema de servidumbre imperante. 

Aciertos y desaciertos de una búsqueda
La existencia de Dostoievski estuvo cruzada por sucesos de corte dramático. El 23 de abril de 1849 fue encarcelado por integrar el Círculo Petrashevski, bajo el cargo de conspirar contra el Zar Nicolás I y condenado a muerte, la que fue conmutada en el patíbulo por cinco años de trabajos forzados en Osmk, Siberia, hoy la séptima ciudad más poblada del país.  Fue aquí donde experimentó lo que él después llamaría el “terror Místico” el cual le hizo cambiar el modo de ver la vida…, para volver a abrazar sus ideas religiosas que abandonó en su etapa de juventud rebelde.  En esta época comenzó a desarrollar cuadros de epilepsia: “un efecto colateral de su deportación a Siberia”, puntualiza El País.

Fue liberado en 1854 y reincorporado al ejército como soldado raso, lo que constituye la segunda parte de su condena. Durante los siguientes cinco años formó parte del Séptimo Batallón de Línea acuartelado en la Fortaleza de Semipalátinsk en Kasajistán, allí comenzó una relación con María Dmitrievna Isáyeva, con quien contrajo matrimonio en febrero de 1857.

Ese año el Zar Alejandro II, decretó una amnistía que benefició al novelista. Al final de su estadía en Kazajistán, Dostoievski era un cristiano ortodoxo convencido y un agudo crítico del nihilismo y del movimiento socialista de su época, postura que profundiza Los endemoniados (1870) y en el Diario de un escritor, una obra de 1.600 páginas que publicó mensualmente. En ellas: “quedó agrupado todo su pensamiento y donde igual tenían cabida la actualidad rusa, la crítica política o social, el análisis literario y cultural”, más tarde el texto compilado por el español Paul Viejo, explica el portal Páginas de Espuma.

En diciembre de 1859, junto a su hermano Mijail fundó la revista Vremya, en cuyo primer número apareció Humillados y ofendidos (1861), novela inspirada en su etapa siberiana.

En 1864 muere María Dmitrievna y tres años más tarde contrae matrimonio con Anna Grigorievna Snitkina, una joven taquígrafa a la cual había contratado, para poder cumplir con la entrega de sus novelas.  En 1868 nace su primera hija Sonia, la que falleció al poco tiempo. El hecho fue devastador para la familia y deciden alejarse de Ginebra donde estaban establecidos, luego de huir de sus acreedores. El matrimonio tuvo tres hijos: Sofiya (1868), Lyubov (1869) y Fiódor (1875). La situación económica, en palabras de su esposa, era de relativa pobreza. 

Obras cúlmines 
Su trabajo estuvo inmerso en el realismo literario, movimiento que nace en el siglo XIX y cuya estética se separa del Romanticismo, tanto en aspectos ideológicos como formales, en tanto, el realismo psicológico ruso se distingue por su contenido social y la inclinación por mostrar el dolor humano. Éste era su inspiración.

Dostoievski escribió más de 20 novelas, numerosos artículos en diarios y revistas, pues también desarrolló una destacada labor periodística, pero su gran legado son dos novelas mundialmente conocidas y leídas. En 1865, de regreso a San Petersburgo, inició la escritura de Crimen y castigo (1866) texto de corte filosófico, publicado con gran éxito en la revista El mensajero ruso. Narra: “la historia de Raskolnikov, un estudiante pobre que asesina y roba a una vieja avara a la que considera un parásito, con el fin de destruir esa vida que le parece miserable y salvar la de sus familiares, sumidos en la indigencia. Atormentado por su culpa y su aislamiento, termina por confesar y por redimirse espiritualmente”, resume el portal Busca Biografías.

En tanto, Los hermanos Karamazov, su última novela,  es considerada una obra maestra de la literatura rusa. “Gira en torno a un caso de parricidio y de las tensiones familiares entre Iván, el pasional hombre de acción, Dimitri [considerado el principal sospechoso del asesinato del padre] y el bondadoso novicio en un monasterio, Aliocha. Los tres protagonistas son símbolos metafísicos del cuerpo, la mente y el espíritu, que habitan en el hombre”, de aquellos años marcados por la gran desigualdad social. El autor trabajó dos años en su escritura. Esta obra se publicó por entregas desde enero de 1879 hasta bien entrado 1880 en El mensajero ruso. 

Sigmund Freud, quien se basó en los escritos y en la biografía del novelista, para apoyar sus tesis sobre el complejo de Edipo, calificó esta obra como: “la novela más grandiosa que se haya escrito”, explica el crítico literario Mijail Bajtín en “Problemas de la poética de Dostoievski”.

Estética e impacto
Una de las principales características de las novelas de Dostoievski, es la polifonía, es decir las voces de los personajes se independizan y contraponen generando tensiones. Se trata de textos de profundo contenido psicológico que evocan la profundidad del alma, en tanto, sus cuestionamientos son de carácter subjetivo. Abunda el misterio, las enfermedades y los dilemas morales. Las figuras no tienen rumbo, están centrados en un paisaje urbano borroso, oscuro y desdibujado, porque se sitúan sobre la realidad. Bajtin agrega que “la pluralidad de voces y conciencias independientes e inconfundibles, la auténtica polifonía de voces autónomas, viene a ser, en efecto, la característica principal de las novelas de Dostoievski”, en las cuales la pluralidad de conciencias autónomas (de personajes y de narradores) se impone sobre la conciencia única del autor, “formando una unidad de un determinado acontecimiento y conservando su carácter inconfundible”.

Su trabajo influyó en escritores como Hermann Hesse, Jean Paul Sartre, Marcel Proust, Henry Miller, Thomas Mann, William Faulkner, Albert Camus, Franz Kafka, Andre Gide, Roberto Arlt, Ernesto Sábato y Gabriel García Márquez. En una de sus últimas entrevistas Ernest Hemingway citó a Dostoievski como una de sus mayores influencias y Virginia Woolf llegó incluso a preguntarse si valía la pena leer a otro autor.

Dostoievski falleció a los 59 años, en su casa de San Petersburgo, el 9 de febrero de 1881. Fue sepultado en el Cementerio Tijvin, dentro del Monasterio de Alejandro Nevski, en San Petersburgo. Tal vez lo más significativo y emocionante de su funeral fue la multitudinaria columna de jóvenes que seguían al cortejo, con el deseo de testimoniar el último homenaje al célebre escritor.