Frida Kahlo: la pintora mexicana más valorada del siglo XX
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón: “creó una pintura personal, ingenua y profundamente metafórica, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida... Vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores y collares y pendientes precolombinos”, explica Biografías y vida. Dejó un legado pictórico de más de 150 obras, la mayoría autorretratos, ella siempre calificó su obra como realista, aunque la crítica denominó algunas telas como naif.
Nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, un poblado en la periferia de Ciudad de México. Fue la tercera hija de la mexicana Matilde Calderón y del fotógrafo alemán Wilhelm Kahlo, de quien aprendió habilidades como la observación y la paciencia. Hasta los 18 años no mostró interés en el mundo del arte, pero su acercamiento a la pintura fue innato.
Su vida estuvo marcada por diversos factores: la mala salud fue uno de ellos. La poliomielitis que la afectó desde su infancia la obligó a permanecer en cama por nueve meses y le causó consecuencias permanentes, pues su pierna derecha era mucho más delgada que la izquierda. En septiembre de 1925 sufrió un terrible accidente, el autobús en el cual viajaba fue embestido por un tranvía, chocando con un muro y destruyéndose por completo. Este incidente le dejó terribles secuelas: se fracturó la columna vertebral en tres partes, además de dos costillas, la clavícula y la pelvis, permaneciendo postrada por tres meses y debiendo someterse a 32 operaciones quirúrgicas. Esta tragedia marcó su vida y se convirtió en un tema recurrente en sus pinturas.
Inició sus estudios primarios en el Colegio Alemán de México, quiso seguir medicina y fue aceptada por la “Escuela Nacional Preparatoria… de los dos mil alumnos, 35 eran mujeres”, agrega El país, sin embargo, el accidente de 1925 la imposibilitó. Fue entonces cuando comenzó a pintar con mayor frecuencia. Plásticamente: “se inició en el taller de grabado e imprenta de Fernando Fernández Domínguez, un amigo de su padre que, en medio del trabajo, le enseñaba a dibujar copiando grabados… En 1926 cuando pintó su primer autorretrato al óleo”, explicó MVS Noticias. Durante su convalecencia del accidente, utilizó un atril especial para sostener el pincel mientras yacía en cama, y un espejo que le permitía para retratarse. De hecho, sus primeros cuadros corresponden a autorretratos, porque como ella misma afirmara “Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco”.
En 1928 ingresó al Partido Comunista de México, allí conoció al pintor muralista Diego Rivera, quien la retrató en el fresco Balada de la revolución o En el arsenal (1928) que actualmente se exhibe en el Patio de las Fiestas de la Secretaría de Educación Pública de ese país. El mural, que inaugura el Corrido de la revolución proletaria, representa la incorporación de los campesinos a la lucha obrera para combatir por sus derechos; en el centro de la obra, aparece Frida entregándoles las armas. En la composición también están retratados importantes personajes del movimiento comunista mexicano como el artista David Alfaro Siqueiros y la fotógrafa italiana Tina Modotti, quien se convertiría en una de sus más íntimas amigas.
El 21 de agosto de 1929 Frida y Diego contrajeron matrimonio, ella tenía 21 años y él 46. Se instalaron en el centro de Ciudad de México y luego en Cuernavaca. Ella abandonó el Partido Comunista, producto de la expulsión de Rivera: “con el argumento de que estaba trabajando para el gobierno mexicano y sus relaciones con el imperialismo, y, por lo tanto, estaba ligado a un régimen anti-comunista”, explica La izquierda diario.
En noviembre, la pareja se trasladó a San Francisco y posteriormente a Nueva York, donde Diego realizó un mural en el rascacielos Rockefeller Center. A fines de 1933 regresaron a México y compraron una casa en el Barrio de San Ángel, más tarde conocida como “La Casa Azul”, convertida en museo desde 1958, luego de la muerte de Frida. Entre 1936 y 1939 León Trotsky y su esposa Natalia Sedova, vivieron junto al matrimonio.
En 1938 Frida realizó su primera exposición individual en la Galería de Julien Levy de Nueva York. Un año más tarde, viajó a París donde sus trabajos fueron incluidos en la exposición Mexique de 1939, promovida por André Breton y que se presentó en la Galería Renou et Colle. Paralelamente, conoció a los pintores surrealistas “los que quisieron ver en Frida a uno de los suyos, pero ella siempre se mostró reticente por un motivo: Frida no pinta sueños… pinta su realidad”, argumenta el portal Historia del arte. En 1939 el matrimonio se divorció, para volver a contraer nupcias un año después.
En 1943 ingresó como maestra a la Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública. “Allí impartió clases a jóvenes de clase media y baja, a quienes instruía tanto en la técnica como en la sensibilidad que se requiere para pintar”, explica National Geographic.
En 1946 obtuvo el Premio Nacional de Pintura otorgado por el Ministerio de Cultura mexicano, por su obra Moisés o el núcleo solar (1945), cuya inspiración inicial fue el resultado de su lectura del texto de Sigmund Freud “Moisés y la religión monoteísta”, en el cual el autor revisa la figura de este personaje bíblico como egipcio más que judío, estableciendo el origen del monoteísmo también en esa cultura, razón por la cual, las figuras de Akhenatón y Nefertiti, aparecen plasmadas en la pintura de Frida.
El cuadro puede leerse en tres secciones horizontales. En la parte superior izquierda aparecen las figuras de los dioses aztecas, representando a la cultura precolombina; en la zona intermedia, encontramos personajes históricos, grandes pensadores y líderes de diversas épocas como Karl Marx, Buda, Gandhi, entre otros. En la zona inferior, la imagen de una multitud que representa la humanidad y la imagen del mono que evoluciona hasta el hombre. En la sección derecha superior, vemos a las divinidades egipcias, otras de la mitología griega y del Cristianismo. En el centro, aparecen Jesús, Hammurabi, Napoleón y Alejandro Magno entre otros personajes históricos destacados de la historia universal. En la zona inferior nuevamente la humanidad, acompañada por jirafas, monos y una mujer que amamanta un bebé mientras lo sostiene en sus brazos. La zona central de la obra también se divide en tres lecturas horizontales: arriba, el sol, como origen de vida que nutre a todos con su luz y del cual emanan rayos que terminan en manos; en el centro, un bebé en el útero materno rodeado por óvulos y desde el cual caen gotas como lágrimas de dolor sobre un recién nacido en un canasto flotando en el agua, en alusión al personaje de Moisés y Diego Rivera neonato, que lleva en su frente la figura del tercer ojo. Las conchas marinas más abajo representan el amor entre un hombre y una mujer.
Frida, a pesar de su cuerpo torturado, se convirtió en un símbolo para el pueblo mexicano, caracterizada por sus largas y coloridas faldas, vestida con su traje de tehuana. Un talento pictórico que se identificó plenamente con la cultura popular de ese país.
En 1953 la fotógrafa Lola Álvarez Bravo organizó su única exposición en México, año en que dictó sus memorias a la crítica de arte Raquel Tibol.
Entre sus principales obras está Henry Ford Hospital o La cama volando (1932), pintura en que la artista retrata uno de los momentos más traumáticos de su vida, cuando sufrió un aborto natural mientras vivía en Estados Unidos junto a Diego. En la escena se puede ver a Frida desnuda y recostada en una cama de hospital sobre un charco de sangre; mientras de su vientre, aún inflamado, se desprenden seis hilos rojos, como si fueran venas o cordones umbilicales, amarrados en sus extremos a diferentes figuras, una de ellas corresponde a un feto de tamaño desproporcionado y que representa a al bebé perdido durante su embarazo, “el pequeño Diego” como ella lo recordaba; Unos cuantos piquetitos (1935), obra inspirada en un femicidio sobre el cual la artista había leído una noticia en el periódico y en el que reflejó su propio dolor por la infidelidad de Diego con su hermana Cristina; Las dos Fridas (1939), Autorretrato con monos (1943), Autorretrato de tehuana (1943), La columna rota (1944), Diego y yo (1944), El abrazo de amor del universo (1949) y Viva la vida (1954). En tanto, Mi nacimiento (1932) forma parte de la colección privada de arte de la cantante Madonna. Instituciones tan importantes como el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Centro Georges Pompidou de París, alojan algunas de sus obras.
“El doctor en historia del arte, Eugenio Garbuno Aviña, dijo que en la obra de Frida Kahlo es evidente una catarsis de angustias personales, lo que no va en detrimento de su obra de calidad. Frida recrea mucho lo que es el imaginario de la cultura, después en el país. Representa desde modos diversos su realidad relacionada con su propio contexto histórico social, porque sus obras son representaciones en las que está en diversos niveles”, explica el portal de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
Falleció el 13 de julio de 1954 en La Casa Azul, cuando apenas había cumplido 47 años.