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Marlene Dietrich, un mito del séptimo arte

María Magdalena  Dietrich Von Losch o Marlene, como se hizo llamar desde los 11 años, es una de las estrellas cinematográficas más deslumbrantes de todos los tiempos. Nació un 27 de diciembre de 1901 en Schoneberg, Alemania. Hija de Louis Erich Otto un teniente de la Policía Real Prusiana que falleció cuando era pequeña y Josephine Dietrich. Recibió una severa educación que incluyó idiomas, piano y violín. Asistió a la escuela de Max Reinhardt, un afamado director de teatro y cine austriaco, y pronto comenzó a interpretar pequeños papeles en escenarios y películas alemanas.

En 1923, hizo su debut  en el cine mudo, con una fugaz aparición en El pequeño Napoleón, luego de abandonar su carrera como violinista. En 1924 contrajo matrimonio con Rudolf Sieber y, ese mismo año, nace María, su única hija.

En 1930 irrumpió en la pantalla de cine interpretando a “Lola Lola”, la depravada reina del cabaret, en El ángel azul, la primera película sonora europea, bajo la dirección de Josef von Sternberg. Este personaje la catapultó como femme fatale y quedó grabado en el imaginario colectivo.

Cegada por el éxito, abandonó a su familia y siguió a Von Sternberg a Hollywood, quien  le consiguió un contrato para la Paramount, explica La Vanguardia, donde trabajó con los más destacados actores de la época: John Wayne, Gary Cooper,  Tyron Power, Spencer Tracy, Burt Lancaster, Montgomery Clift,  Maximilian Schell, David Niven y William Holden, transformándose en la actriz mejor pagada en la primera mitad de la década de los ‘30, donde su ‘rival’ era sueca Greta Garbo, en la Metro Goldwyn Mayer.

Rodó Marruecos (1930), junto a Gary Cooper, en la que no ocultó su bisexualidad. “Su personaje de la aventura Amy Jolly vestida con esmoquin dando un beso a otra mujer en un cabaret, inmortaliza su perfil transgresor”, explica El País. A este film se suman Fatalidad (1931), El Expreso de Shanghái (1932), La Venus rubia (1932), Capricho inmortal (1934) y El diablo es mujer (1935). Su éxito llamó la atención de Adolf Hitler, que intentó convertirla en primera estrella de cine del Reich, a lo que se negó rotundamente y en 1937 obtuvo la nacionalidad estadounidense; mientras el ejército alemán nunca le perdonó que cantara a los aliados, aunque su canción “Lilí Marlen”, se convirtió en un símbolo para los soldados de ambos bandos.

A fines de 1939 conoce al actor francés Jean Gabin y vive con él uno de sus más intensos romances, que finalizó después de rodar La bella extranjera (1946).

Tras romper su relación con Von Sternberg rueda Pánico en la escena (1950) de Alfred Hitchcock, Encubridora (1952) de Fritz Lang, Testigo de cargo (1957) de Billy Wilder y Vencedores o vencidos (1961) de Stanley Kramer, entre otras.

A fines de los años 50, retoma su carrera musical y triunfa como cantante. Junto a Edith Piaf  interpretaron a dúo “La Vie en Rose” y desde entonces incluyó está canción en todos sus recitales, siendo el momento más esperado por el público. El 1964, se retiró de la pantalla hasta 1978, año en que reaparece junto a Kim Novak, David Hemmings y David Bowie en Gigoló.

Marlene se hizo famosa por su carisma, sus modernos vestuarios y por su innegable glamour. El escritor alemán Franz Hessel publicó su primera biografía y en ella señaló que “siempre se consideró una mujer con suerte”, aunque a juicio de su hija, la soledad fue su gran compañera de vida, producto de su estilo. Si bien hubo una tensa relación entre ambas, fue una cariñosa abuela de cuatro nietos.  

Sus últimos años los pasó en su casa parisina de Avenue Montaigne. Falleció el 6 de mayo de 1992 a los 90 años. En el Museo de Cine de Berlín se expone su legado que comprende más de 16 mil fotografías, tres mil vestidos y 400 sombreros de esta actriz que nos abandonó hace tres décadas, aunque es indudable la asertividad de las palabras que le dedicó Ernest Hemingway: “Marlene. Tú eres inmortal”.