Miguel Ángel: El creador del David y los frescos de la Capilla Sixtina
El artista florentino se ha convertido en un paradigma de la historia del arte y uno de sus iconos más reconocidos. Su trabajo constituye uno de los legados artísticos más bellos del mundo. A través de su vida dominó la escultura, pintura, arquitectura y poesía.
Nació en Caprese, un pequeño pueblo de Toscana, el 6 de marzo de 1475. Hijo de Ludovico Buonarroti y de Francesca di Neri di Miniato del Sera. Su infancia, estuvo marcada por la falta de la figura materna, pues esta falleció cuando tenía seis años. “Desde muy pequeño supo que quería ser artista, algo que no gustó nada a su padre. En aquellos tiempos el oficio no tenía el prestigio que tuvo en otras épocas, pero al final su talento permitió que Lorenzo el Magnífico lo invitara a vivir en su palacio/escuela” sostiene el portal Historia - Arte.
Siendo adolescente se trasladó a Florencia donde ingresó, en calidad de aprendiz, al taller de pintura de Domenico Ghirlandaio y, luego de un año, al de Bertoldo di Giovanni, donde aprendió escultura. Entonces, Italia no era considerada una unidad territorial. Estaba compuesta por ducados, estados o repúblicas. En el caso de Florencia, además, encontrarnos mecenas de gran relevancia y gremios. Ahí, era el Estado quien realizaba los encargos artísticos, mientras que en Roma, esta labor la cumplía la Iglesia.
Nuria Bilbao Aragón en su tesis La creación del mito de Miguel Ángel Buonarroti (2019) explica que en Florencia: “Los talleres o bottega eran fundamentales en la organización de las artes y de su posterior avance, estaban compuestos por un grupo de personas que trabajaban de manera cooperativa en la producción de diferentes objetos y funcionaba, en numerosas ocasiones, como negocio familiar. Los de pintura como los de escultura, muchas veces servían como “escuela”, para los más jóvenes aprendices y ayudantes. Estaban estructurados según una jerarquía presidida por el maestro” (17).
Lorenzo de Médici, lo incluyó en el círculo de sus artistas predilectos y rápidamente su talento se popularizó. En el Jardín de San Marcos: “el joven escultor pudo estudiar a los autores del pasado e imbuirse de su técnica. El lugar se convirtió en una especie de academia al aire libre donde los jóvenes se ejercitaban bajo la dirección de un discípulo de Donatello, el maestro Bertoldo”, sostiene Biografía y Vidas. En 1492, luego de la muerte de Médici: “regresó con su familia temporalmente, pues pronto fue requerido por Piero de Médici, el hijo y heredero del poder de Lorenzo” (Bilbao 21). Luego de diferencias con sus nuevos benefactores se trasladó a Bolonia y en 1496 a Roma, donde estudió arte clásico. En ese periodo esculpió dos de sus mejores esculturas tempranas: Baco (1497) la primera a gran escala y la Pietá encargo del cardenal francés Jean Bilhères (1499), pieza sublime que equilibra los ideales renacentistas de belleza clásica y naturalismo. Representa a la Virgen María recibiendo el cuerpo de Cristo al ser descendido de la Cruz, actualmente se encuentra en la Básilica de San Pedro.
En 1504 esculpió una de sus obras más trascendentales en un bloque de mármol de 5,17 metros y 5.560 kilogramos: El David, vencedor de Goliat y rey de Israel. La figura exhibe detalles de músculos, venas y uñas, paralelamente, es considerada el ideal de belleza masculina, lo que a su vez era su obsesión y principal fuente de inspiración. Originalmente se encontraba en piazza della Signoria, afuera Palazzo Vecchio (sede del gobierno comunal). Actualmente, se encuentra en la Galería de la Academia en Florencia. Durante este periodo Miguel Ángel pintó el Tondo Doni, también conocido como Sagrada Familia con San Juan, encargo realizado con motivo del matrimonio entre el comerciante Angelo Doni y Magdalena Strozzi, que se exhibe en la Galería Uffizi.
En 1505 aceptó un encargo realizado por el Papa Julio II, la creación de un mausoleo al interior de Basílica de San Pedro, proyecto más tarde suspendido. Posteriormente, le solicitó la decoración de la bóveda de Capilla Sixtina, trabajo monumental que emprendió solo. Para ello solicitó la construcción de un andamio, el cual no rozaba en ningún punto la cúpula y allí pintó recostado en las tablas durante larguísimas jornadas. Solo permitía que el Pontífice viera el avance. Ahí desarrolló nueve escenas del Génesis: Separación de la luz y las tinieblas y prosiguiendo con Creación del Sol y la Luna, Creación de los árboles y de las plantas, la Creación de Adán, Creación de Eva, El pecado original, El sacrificio de Noé, El Diluvio Universal y por último La embriaguez de Noé.
Cinco años tomó a Miguel Ángel finalizar este proyecto iniciado en 1508, dándolo por concluido el día de Todos Los Santos de 1512, cuatro meses antes del fallecimiento del Papa Julio II. Estos frescos son su obra cumbre en pintura y con ella se desvanecen las tinieblas, que durante siglos rodearon a los hombres y oscurecido al mundo.
La familia del pontífice retomó la idea de un grupo escultórico para el mausoleo papal, en tanto, el artista aceptó el desafío, pero estuvo expuesto a una serie de rediseños que postergaron su materialización, finalizando en 1542 con un proyecto reducido.
Otra obra notable es Moisés (1515) escultura que supera los dos metros, en la cual el profeta, con las tablas de la Ley en sus manos observa desafiante al pueblo israelita por estar adorando falsos dioses. Actualmente, es la figura central de la Iglesia de San Pedro in Vincoli, Roma. Durante la década de 1520, por encargo de la familia Medici diseñó la Biblioteca Laurenziana, anexa a la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, aunque los trabajos finalizaron varias décadas después. A esta época también corresponde la fachada de esta basílica.
En 1534 comenzó a trabajar en el fresco del Juicio Final, para decorar la pared situada tras el altar de la Capilla Sixtina. En tanto, su obra cumbre como arquitecto fue el diseño definitivo y simplificado de la Basílica de San Pedro.
“Miguel Ángel no se casó ni tuvo hijos, entre los estudiosos existe un amplio consenso sobre su homosexualidad”, explica La Vanguardia y más adelante agrega que en “1536 conoció en Roma a Vittoria Colonna, marquesa de Pescara... Ella sobrepasaba los cuarenta y cinco años y él los sesenta… La gran sintonía espiritual entre Miguel Ángel y Vittoria, a los que también unía su afición a la poesía, se convirtió en una relación de amistad muy profunda, luego de su muerte quedó sumido en un gran dolor”.
El artista vivió en un perido de florecimiento y era por formación un neoplatónico, pues desde su concepción la obra existía y él únicamente era un mediador para que esta emerja. Una parte importante de su trabajo poético corresponde a la época en que pintó la Capilla Sixtina y otros inspirados en el amor platónico. Francisco González-Camaño en su artículo “Algunas notas a la poesía de Miguel Ángel”, publicado en la revista la revista de Estética y Teoría del Arte (2007) sostiene que “en esa época estaba de moda en Florencia la llamada Academia Platónica. Era un devoto lector de Petrarca y de la Divina Comedia de Dante” (30).
Falleció el 18 de febrero de 1564, a los 88 años, en su residencia de Macel de Corvi, en Roma, sin ser consciente de lo innovador y lo transgresor de su creación artística, ni de la influencia que tendría en la historia del arte. Sus restos descansan en la Basílica de la Santa Cruz de Florencia, Italia. En 1550 su compañero de estudios Giorgio Vasari publicó la Vida de Miguel Ángel.