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Niccolò Paganini, un virtuoso envuelto en una leyenda

Durante los siglos XVII y XVIII florecieron en Italia grandes maestros del violín, proceso evolutivo que culminó con la aparición a comienzos del XIX de Niccolò Paganini, considerado uno de los máximos representantes del movimiento instrumental del Romanticismo. “Su carrera como concertista se inicia con una presentación en una iglesia de Génova, en 1794, cuando contaba 11 años y termina en Turín en 1837, en un concierto de caridad realizado en esta ciudad en 1837”, explica Juan José Puigbó en “Niccoló Paganini Virtuosismo y patología (1782-1840)”.

El violinista y compositor nació en Génova el 27 de octubre de 1782, hijo de Antonio Paganini -comerciante y violinista amateur- y Teresa Bocciardo, también aficionada a la música. Comenzó a estudiar a los cinco años junto a su padre, quien era muy exigente con él y lo hacía practicar durante largas horas.  A los 13 años éste lo llevó a Parma, para que recibiera lecciones con el destacado maestro Alessandro Rolla, quien quedó maravillado de su virtuosismo. A los 14  dominaba por completo el violín. 

A los 15 años se independizó y comenzó sus giras, esta autosuficiencia dio paso a una vida disipada que declinó con los años. “Entre 1805 a 1813 fue director musical en la corte de María Anna Elisa Bacciocchi, princesa de Lucca y hermana de Napoleón”, indica La Vanguardia.

En 1827 el Papa León XII lo premió con la orden “Caballero de la Espuela Dorada”, lo que Paganini consideró un gran honor y contrajo matrimonio con Antonia Bianchi, con quien tuvo a su único hijo, Aquiles. Un año más tarde viajó a Viena, Austria, y dio 14 conciertos, donde debutó marcando un antes y un después en su vida profesional, pues se le abrieron las puertas para el resto de Europa. A lo largo de su carrera exploró diversos recursos como las triples cuerdas, glissandi, pizzicati y arpegios, aprovechados en sus propias composiciones. Era capaz de interpretar notas imposibles de ejecutar para sus pares. Así, a los 41 años era un personaje reconocido, admirado y se daba el lujo de cobrar copiosos honorarios.

Paganini nació en una época plagada de superstición, por lo mismo, alrededor de su figura nació una leyenda “… se dijo que Paganini había matado a un rival y condenado por ello a presidio y que en él había pactado con el diablo entregándole su alma a cambio de la libertad y la maravillosa técnica violinista que mostraba. El vulgo creyó en la leyenda y no faltó quien asegurase que, durante un concierto, había visto con sus propios ojos al diablo al lado del violinista, ayudándole en los momentos difíciles…”, explica Carlos Fisas en Historias de las historia

Entre las obras de su autoría destacan los Veinticuatro caprichos para violín solo Op. 1 (1818), seis conciertos para violín y orquesta, nueve cuartetos para guitarra y arcos (1806-1816) y piezas como La danza de las brujas (1813) y Tarantella (1830).

A través de su vida tuvo varias enfermedades serias. En 1830 contrajo una disfonía y ocho años más tarde quedó completamente mudo. Falleció, el 27 de mayo de 1840 en Niza, Francia. “Paganini se negó a recibir la extremaunción, hecho que le valió que el arzobispo de Niza le negara sepultura eclesiástica y que no hizo más que alimentar el mito del pacto del músico con el demonio”, subraya Luciana Guerra en Actually Notes Magazine. Luego de un largo peregrinar el músico fue sepultado en Parma.  En tanto, su violín fabricado por Giusseppe Guarnero se conserva, en el Palacio Cívico de Génova.