A las 12:48 del 23 de enero de 2018 un grupo de montañistas de la Escuela de Fronteras Teniente Hernán Merino Correa, compuesto por el Sargentos 2º Marcos Chávez Bucarey y Fabián Loaiza Imilán, junto al Cabo 1º Sebastián Torres Vargas y el Cabo 1° de la Unidad de Operaciones Especiales en Montaña Bariloche “Primer Alférez Mario Serrano”, José Raúl Valero alcanzaron la cima del Aconcagua, ubicada a 6.962 msnm, marcando un hito a nivel institucional.
El Sargento Chávez explica que esta iniciativa nace “luego de una invitación realizada por un grupo de gendarmes argentinos de la Unidad de Operaciones Especiales en Montaña Bariloche “Primer Alférez Mario Serrano” que fueron alumnos de nuestro plantel en 2016, en el marco del aniversario de esa institución, que cuenta con un equipo de búsqueda y rescate”.
Características de la zona
El Parque Nacional Aconcagua es una de las 11 reservas naturales que forman el Sistema de Áreas Naturales Protegidas de la Provincia de Mendoza, cuenta con una extensión de 71.000 hectáreas y para ingresar existe una serie de requisitos. “En Punta de Vacas, se encuentra uno de los asentamientos más importantes de Gendarmería Nacional en el sector, ahí entregan una serie de recomendaciones obligatorias para el cuidado personal y del entorno, en tanto, uno debe cumplir los protocolos de aclimatación en las diferentes plazas o campamentos donde hay controles médicos, ahí evalúan, entre otras variables, la saturación de la sangre; ahora si ésta es muy baja recomiendan no subir”, aclara el Sargento.
– ¿Qué características tenían los integrantes del equipo?
– Nuestro grupo estaba compuesto por 10 expertos, la mayoría con un promedio ocho años de experiencia. Durante este tiempo hemos participado en búsquedas y rescates con viento blanco y otras variables climatológicas; varios trabajamos en la zona Visviri, yo viví cinco años ahí y mi jefe de retén me incentivó a seguir esta especialidad, por lo cual me puedo considerar una persona aclimatada, sin embargo, como todos debo respetar los protocolos de ascensión.
– ¿Cómo fue el proceso de preparación para este ascenso?
– Éste se realizó en el marco del curso regular para Personal de Nombramiento Institucional. Durante el invierno de 2017 estuvimos en el sector de Los Libertadores, ubicado a 177 km de Santiago a 3.200 msnm. Esta zona cuenta con nieve compactada de varios estratos, lo que favoreció trabajar aspectos técnicos asociados al uso de piolet y otros elementos que son parte esencial para la práctica de montañismo y escalada. En noviembre nos trasladamos a la zona altiplánica de la región de Arica y Parinacota, la cual alcanza los cinco mil metros de altitud.
– ¿A qué se arriesga una persona durante el ascenso?
– Uno comienza a sentir el mal agudo de montaña, es decir malestar físico ocasionado por la dificultad para adaptarse a la baja presión de oxígeno a los 2.500 msnm. El ascenso provoca por una distribución desorganizada de éste, eso quiere decir que se producen más glóbulos rojos, porque el cerebro requiere mayor oxigenación pues el corazón bombea más rápido. Lo anterior se combate a través del respeto de las pautas, las que recomiendan realizar una ascensión cada 600 metros de altitud geográfica, lo que toma dos días e ingerir cerca de cuatro litros de agua. Nosotros nos aclimatamos rápido. Los problemas comenzaron a los 5.700, cuando faltaban cerca de mil metros para llegar a la cumbre se enfermaron algunos integrantes de la cordada.
– ¿Cómo fue el día a día durante este proceso?
– Una vez aclimatado uno comienza a sentir hambre así que cocinábamos en la puerta de seguridad de la carpa, para evitar el viento, preparábamos principalmente carbohidratos: pastas, sopas. También nos turnábamos para ir a buscar nieve limpia, la cual se demora en derretir. Dormíamos de a tres en carpa para dos personas, pero en general simplemente se descansa. Otro dato, nuestra mochila a esa altura pesaba unos ocho kilos, pero se comienza con más 30 kilos.
– ¿Cómo fue el proceso de ascenso?
– Una de las cosas más bonitas fue la misa de despedida que ofició un sacerdote de la Gendarmería Argentina. En Plaza Mula (4.250 msnm) está el campamento base, ahí vivimos un frente de mal tiempo y nos encontramos con la nieve. De aquí salimos directo a Nido de Cóndores (5.380 msnm), es un tramo durísimo, en este lugar permanecimos dos días y luego atacamos la cumbre. En el campamento de Berlín (5.930 msnm) nos dimos cuenta que no llevábamos guía y seguimos con el suplente que no conocía la cima.
– ¿Qué se siente alcanzar este desafío?
– Cuando comenzamos sabíamos que alguno podía quedar atrás y así fue, al final continuamos tres Carabineros y un gendarme argentino. Cuando estábamos cerca supimos que en siete días no se hizo cumbre producto de un frente de mal tiempo, que provocó el fracaso del 60% de las expediciones. A pesar de los inconvenientes decidimos ir evaluando nuestro estado físico y psicológico, pues sabíamos que si no llegábamos a las 13:00 hrs. debíamos volver, ya que las condiciones climáticas cambiaban radicalmente, pero íbamos bien con los tiempos y nos acompañaba la temperatura que oscilaba entre 15 y 20 grados bajo cero, lo que es bueno para esa altitud.
Cuando estábamos a la mitad de la cumbre un miembro del equipo encontró la ruta y desde ese minuto supimos que la cumbre era nuestra. Demoramos casi ocho horas en llegar. Fue un momento muy emocionante. Lloramos, pensé en mi familia y en los Carabineros que partieron amando la montaña en los diferentes puntos del país, también le dedicamos unas palabras a nuestro Capitán Ariel Campos Sapunar, líder de la Expedición del Cerro Aconcagua, quien tomó una decisión dolorosa, pues volvió junto a un integrante que estaba mal de salud.
Arriba nos tomamos un tiempo prolongado, en tanto, el descenso tardó un poco más de tres horas, al día siguiente nos reunimos con el Capitán. Él estaba feliz, pues este logro es una meta de equipo.
En enero de 1947 los alemanes T. Koop y L. Heroid alcanzaron por primera vez la cumbre sur de esta montaña, la misma que tocaron los integrantes de la Expedición del Cerro Aconcagua en 2018, transformándose en los primeros “centinelas de piedra” (Aconcagua en aymará) en lograr este hito para la Institución.