Policía del Ferrocarril: un apoyo a la actividad productivas desde principios del siglo XX
La historia ferroviaria de Chile ha pasado por periodos de auge y decadencia. Su incorporación a la vida industrial del siglo XIX generó un positivo impacto y paulatinamente se transformó en un eficiente medio de trasporte para carga y pasajeros. En tanto, su inicio está íntimamente ligado a la actividad económica minera, en diciembre de 1851 fue inaugurado el primer tramo el cual cubrió un trayecto de 81 km conectando Caldera con Copiapó: “El tren determinó no sólo la formación de la ciudad de Caldera -que en 1850 tenía 200 habitantes y en 1854, ya contaba con dos mil- sino que llenó de adelantos a la ciudad de Copiapó”, explica María Piedad Alliende en su texto La Construcción de los Ferrocarriles en Chile 1850-1913, demostrando así el positivo impacto de este medio de transporte.
En 1856 se inició la construcción del ferrocarril al sur y en 1863 comenzó sus operaciones la línea que unió Santiago con Valparaíso. “La vía completa tenía 187 kilómetros de longitud y su costo total fue de $11.317.182”, agrega la autora, dejando en evidencia la alta inversión fiscal en materia de obras públicas que se acentúa a fines del siglo XIX. En 1899, la red ferroviaria estatal tenía un total de 1.986 kilómetros y en 1920 Chile estaba conectado a través de ella desde Iquique a Puerto Montt. Sin embargo, el desarrollo de esta innovación no estuvo exento de dificultades las que mitigaron gracias a la intervención de unidades policiales.
El autor explica que de acuerdo a esta normativa: “la policía de los ferrocarriles tendrá carácter militar y usará armas, uniformes y distintivos. Formada por dos Secciones, una de Orden y otra de Seguridad, para los efectos del servicio quedó organizada en una Inspección y tres Comisarías. La primera, con asiento en Barón, a cargo de un Comisario, un Subcomisario y 82 guardianes; la Segunda, Santiago-Alameda [cuya dotación comprendía] un Comisario, tres Subcomisarios, 131 guardianes y la Tercera ubicada en Concepción, a cargo de un Comisario, tres Subcomisarios y 85 guardianes” y agrega: “la Sección de Seguridad, a cargo del Inspector, quedó integrada por un Segundo Jefe y 15 agentes”. Por su parte, las plazas se completaron con personal de la antigua policía y otros empleados de la Empresa.
Esta recarga de trabajo impactó de un modo negativo en los funcionarios, pues a los extensos turnos se sumaba la respuesta pecuniaria por los robos, una seguidilla de bajas médicas e incluso la muerte de algunos como el Dragoneante del 2° Escuadrón Clemente Gaete. Sin embargo, este esfuerzo permitió disminuir los índices delictuales.
Diego Miranda agrega que “el Regimiento cubría servicios en toda la red ferroviaria, bajo el mando de un Teniente Coronel, 24 oficiales y 735 individuos de tropa, distribuidos en cuatro escuadrones, con asiento en Valparaíso, Santiago, Concepción y Valdivia y una Tenencia en Coquimbo, los que correspondían a las cinco zonas que, a su vez, componían la Dirección General de Ferrocarriles; además de una Sección de Investigaciones, formada por un Teniente y 22 agentes, radicada en Santiago”.
En tanto, “la Prefectura de Carabineros de Ferrocarriles dependió directamente de la Dirección General de Carabineros en materia de administración económica, reclutamiento, destinaciones, ascensos y disciplina. Para los efectos de la organización del Servicio, instalación de destacamentos y directivas especiales relativas a la vigilancia en la red, estaciones, maestranzas y recinto de ferrocarriles, la Prefectura recibía instrucciones directa de la Dirección General de los Ferrocarriles del Estado o de las administraciones de zona en que éstos se hallaban divididos”, sostiene el autor.
Al igual que otros estamentos policiales la existencia de este cuerpo está relacionada al desarrollo social del país que adquiere un carácter acelerado producto del esplendor minero que transformó la economía y la fisonomía nacional desde la segunda mitad del siglo XIX que contempló una fuerte migración del campesinado a los núcleos productivos y culmina producto de la desaceleración de la actividad económica que impactó el flujo ferroviario y la calidad de servicios. Lo anterior deja en evidencia la estrecha relación que existe entre la historia de nuestro país y la evolución de la función policial. Actualmente la red ferroviaria está compuesta de líneas de propiedad pública (EFE) y privada.